Este 17 de Agosto se recuerda el fallecimiento de uno de los mas grandes proceres de nuestra patria, El General Don José de San Martín, revolucionario, intelectual, genio militar, un valeroso militar, digno guerrero que pareciera ser sacado de una leyenda Artúrica.
Inicio MilitarJosé de San Martin nació en la reducción de Nuestra Señora de los Santos Reyes de Yapeyú, fundada en la provincia jesuítica del Paraguay. A los seis años se mudo junto a su familia a la ciudad de Cadiz, España, estudió en el Seminario Real de Nobles en Madrid, vivió y estudió en la ciudad de Malaga, entro al ejercito español, hizo carrera militar en el regimiento de Murcia, participó en la guerra de la Independencia Española de la conquista Napoleónica, participó de la batalla de Bailén, y también combatió en el Norte de Africa. A los 34 años obtuvo el rango de teniente coronel, volviendo a las Provincias Unidas del Rio de La Plata en el año 1812. Una vez concretada su vuelta empezo su labor por la independencia se le dio la facultad de crear el Regimiento de Granaderos a Caballo teniendo su bautismo de fuego durante la Batalla de San Lorenzo. San Martin se haría cargo del Ejercito del Norte en reemplazo del Manuel Belgrano dando lugar al abrazo de Yatasto el 17 de enero de 1814. San Martin es protagonista e ideador de incontables gestas heroicas, el heroe de la independencia por definición, un heroe que enfrento al enemigo realista en algunas ocasiones a pesar del gobierno local, siempre poniendo en juego su prestigio en pos del maximo anhelo que era la conformacion de una patria, la America Española el deseo mayor de San Martin por el que luchó mientras pudo, consiguiendo así la liberación del Perú (donde ocupó el puesto de Protector del Perú), y la liberación de Chile, logros posibles gracias a la mítica epopeya que significo la campaña del Cruce de los Andes, iniciada el 12 de enero de 1817.Epopeya Heroica San Martín crea el Ejercito de los Andes a pesar de la oposición del director supremo, Carlos María de Alvear, a quien San Martín conocía desde su tiempo en Cadiz.Este ejercito se formo a partir de los refugiados chilenos, milicias locales de Cuyo, voluntarios de la provincia de Mendoza, y varios oficiales del EJercito del Norte, también a estos se sumaron los efectivos del Regimiento de Granaderos a Caballo quienes estaban desperdigados entre varios destinos, pero fueron enviados a Cuyo a pedir del General.San Martín que ocupaba el cargo de Gobernador del Cuyo presentó su renuncia a Alvear, quien envio al coronel Gregorio Perdriel para reemplazarlo pero fue rechazado por el pueblo constituyendo así a San Martín como gobernador por elección popular. Con la llegada del general Juan Martín de Pueyrredón al cargo de director supremo San Martín tuvo muchas mas facilidades para llevar a cabo su plan gracias al aporte económico del mismo Pueyrredón y a lo recolectado en carácter de “contribuciones Obligatorias” a los comerciantes y hacendados, a cambio de un “vale” (en palabras de hoy bono) que se le pagaría “cuando las circunstancias lo permitan”, también se le suma a esto la confiscación de bienes de todos los españoles que no se destacaran en la ayuda a la causa de la independencia.El cruce de los Andes fue un plan estratégico excepcional en el que San Martin dividió a sus tropas entre dos columnas principales que partieron el 17 de enero de 1817, y cuatro grupos militares pequeños que habrían partido el 12 de enero de 1817. La mayor parte de las tropas cruzo a través del Paso de Los Patos liderados por el mismo San Martín, esta columna paso a través de cuatro cordilleras y venció a las tropas en enemigas dos ocasiones, las cuales se dieron en Las Achupallas y Las Coimas, la vanguardia (quienes combatieron) era lidera por el brigadier Miguel Estanislao Soler. La segunda columna cruzo por el Paso de Uspallata y el valle del Río Mendoza, conduciendo todo el parque y la artillería que no hubiera sido posible transportar por el paso de Los Patos, esta columna fue liderada por el brigadier Juan Gregorio de Las Heras, y se enfrento a los combates de Picheuta, Potrerillos y Guardia Vieja, hasta que pudo llegar a su destino.Ambas Columnas debían reunirse finalmente en el valle del Aconcagua. Los grupos menores se dividieron por los pasos de Come, Caballos, Guana, Portillo y Planchón.Esta gesta victoriosa permitió seguir avanzando hacia el norte para poder llegar al Perú que era el centro de operaciones del ejercito realista. San Martín decide avanzar por el océano Pacífico para llegar a Perú. Cuando San Martín ideo este plan decidió entonces delegar la defensa del Norte al coronel Martín Miguel de Guemes, dejando el Ejército del Norte al general Francisco Fernández de la Cruz.San Martín en el contexto político nacionalSan Martín siempre puso en primer lugar su idea de patria, aún cuando ello conllevaba problemas para su persona, prueba de esto es su negación a ayudar a Rondeau en la batalla de Cepeda. Sentía una particular repulsión hacia estos lideres unitarios que aceptaron sin mayor pudor la entrega de la Banda Oriental al Imperio de Brasil. Para San Martín la emancipación de la América Española conllevaba inevitable y necesariamente la conservación de su patrimonio territorial y, si fuera posible, su unidad e integración en grandes bloques: esa era su idea-fuerza.Y sus gobernantes debían corresponder a esa idea.San Martín veía en la causa unitarios y federales una crisis emancipadora que imposibilitaba la creación de una patria, con el pasar de los años se acercaría a los caudillos federales entendiendo que en su lucha había un anhelo de conformar una nación que integre a todas sus partes, y no una idea más pro balcanización como podría ser llamado en tiempos actuales. Prueba de su buena relación con las ideas federales es por ejemplo el hecho de que haya enviado su sable que lo acompaño durante la Guerra de la Independencia a Juan Manuel de Rosas, también es prueba de esto es la correspondencia que tiene con los caudillos y gobernadores federales Guemes, Artigas, Aráoz, Estanislao López, Bustos, Heredia, Ibarra y Facundo Quiroga.Bernardino Rivadavia primer presidente de nuestro país fue muy contrario a la figura de San martín, y busco perjudicarlo siempre que tuvo posibilidad, lo atacó a traves de la prensa, mediante su influencia y poder, entre otras cosas se negó apoyar mediante recursos a la guerra de la independencia, lo mismo hizo con Güemes y el Ejercito del Norte, también le colocó un mucamo espía y espiaba su correspondencia, prueba de esto es la correspondencia entre San Martin y O’Higgins del año 1827, en esta se puede leer“…Mi separación voluntaria del Perú parecía me ponía al cubierto de toda sospecha de ambicionar nada sobre las desunidas Provincias del Plata. Confinado en mi hacienda de Mendoza, y sin más relaciones que algunos vecinos que venían a visitarme, nada de esto bastó para tranquilizar la desconfiada administración de Buenos Aires; ella me cercó de espías; mi correspondencia era abierta con grosería…”(Altamira, Luis Roberto: “San Martín. Sus relaciones con don Bernardino Rivadavia”. Impresiones Pellegrini 1950. Museo Histórico Nacional. Su Correspondencia)
Y O’Higgins en respuesta:
“…ejerzan enhorabuena su rabia inquisitorial en nuestra comunicaciones privadas que ellos no encontrarán otra materia más que la misma firmeza y honradez que no han podido contradecir de nuestra vida pública. Hasta la evidencia se podría asegurar que las ocho o diez cartas que veo por su apreciable del 29 de septiembre del año pasado se han escamoteado como las que he escrito a Ud. paran en poder del hombre más criminal que ha producido el pueblo argentino. Un enemigo tan feroz de los patriotas como Don Bernardino Rivadavia estaba preparado por arcanos más oscuros que el carbón para humillarlos y para degradación que su desastrosa administración ha dejado a un pueblo generoso, que fue la admiración y baliza de las repúblicas de América Sudeste. Hombre despreciable que no solo ha ejercido su envidia y encono contra Ud. no queda satisfecha su rabia, y acudiendo a la guerra de zapa, quiso minarme en el retiro de este desierto, donde por huir de ingratos busco mi subsistencia y la de mi familia con el sudor de mi frente…”(Altamira, Luis Roberto. Ibidem) (JS.p.36)
Muestra de las afrentas que la prensa rivadavina ejercía sobre San Martín es el siguiente extracto escrito por él mismo.
“…A mi regreso de Perú establecí mi cuartel general en mi chacra de Mendoza, y para hacer más inexpugnable mi posición, corté toda comunicación (excepto con mi familia), y me proponía en mi atrincheramiento dedicarme a los encantos de una vida agricultora y a la educación de mi hija, pero ¡vanas esperanzas! En medio de esos planes lisonjeros, he aquí que el espantoso “Centinela” (periódico rivadaviano) principia o hostilizarme; sus carnívoras falanges se destacan y bloquean mi pacífico retiro. Entonces fue cuando se me manifestó una verdad que no había previsto a saber: que yo había figurado demasiado en la revolución para que se me dejara vivir tranquilamente” (Comisión Nacional del Centenario. Documentación del archivo San Martín. Tomo I )
San Martín decide trasladarse a Buenos Aires a darle el último adiós a su esposa que agonizante reclamaba su asistencia. Pero San Martín debe postergar su viaje ante la certeza de un complot para interceptar su viaje para prenderlo o asesinarlo, y en carta a Guido del 27 de abril de 1828 dá cuenta de ello:
“¿Ignora Ud por ventura que en el 23, cuando por ceder a las instancias de mi mujer de venir a Buenos Aires a darle el último adiós, resolví en mayo venir a Buenos Aires, se apostaron en le camino para prenderme como a un facineroso, lo que no realizaron por el piadoso aviso que se me dio por un individuo de la misma administración”. (Altamira, Luis Roberto: “San Martín. Sus relaciones con don Bernardino Rivadavia”. Impresiones Pellegrini 1950. Museo Histórico Nacional. Su Correspondencia)
José Francisco creía en la monarquia constitucional como forma de gobierno, prueba de esto son sus esfuerzos por imponer esta forma de gobierno durante su labor como Protector del Perú, ocasión en la cual mando una pequeña expedición para que cosnigan un principe de la Casa de Sajonia-Coburgo-Gotha para que reinará en el Perú, idea que también supo compartir Manuel Belgrano quien quiso imponer a Juan Bautista Túpac Amaru como rey Inca para independizar a las provincias Unidas de Sudamérica, concepto que repite San Martín como América Española.
Su muerte y milagroSan Martín paso largo tiempo en el exilio viviendo en distintos paises de la Europa Occidental, y fallece finalmente en la ciudad de Boulogne-sur-Mer, mítica ciudad al ser la ciudad en la que durante 1804 y 1805 Napoleón Bonaparte reunió a más de 180.000 soldados con el objetivo de conquistar Inglaterra. Él ya mayor José de San Martín fallece un 17 de agosto de 1847 muy probablemente producto de una úlcera que llevaba tiempo afectándole, también sufría de gota y asma, pero no existe documento concreto que explique su causa de muerte.Su amigo Felix Frías que se encontraba visitando al General en ese momento escribe sobre la situación lo siguiente:En la mañana del 18 tuve la dolorosa satisfacción de contemplar los restos inanimados de este hombre, cuya vida está escrita en páginas tan brillantes de la historia americana. Su rostro conservaba los rasgos pronunciados de su carácter severo y respetable. Un crucifijo estaba al lado del lecho de muerte. Dos hermanas de caridad rezaban por el descanso del alma que abrigó aquel cadáver.
Bajé enseguida a una pieza inferior dominando los sentimientos religiosos, que solevantan en el corazón del hombre más incrédulo al aspecto de la muerte. Un reloj de cuadro negro, colgado en la pared, marcaba las horas con un sonido lúgubre, como el de las campanas de la agonía, y este reloj se paró aquella noche a las tres, hora en que había expirado el General San Martín. ¡Singular coincidencia! El reloj del bolsillo del mismo General se detuvo también en aquella última hora de su existencia.Al día siguiente, 19, al tiempo de colocar en el féretro los restos mortales del ilustre difunto, la caja de la guardia nacional resonaba casualmente enfrente de la casa mortuoria; como si fuera homenaje militar tributado al guerrero, que hizo resonar por la vez primera en las altas cimas de los Andes los clarines y tambores marciales, que acompañaron en Chile, el Perú y el Ecuador, el estandarte victorioso de la independencia americana.
Una vez pasado el hecho hace también las siguientes reflexiones que considero pertinente destacar.
Ahí está ya, en el puerto a que todos arribamos, el hombre que fue en la América meridional un gran capitán y que supo imitar el magnánimo desprendimiento de Wáshington, cediendo a su rival el teatro en que hubiera podido cubrirse aun de más gloria, y alejándose espontáneamente de los pueblos a que había dado independencia, para que se comprendiera que su única ambición era la de anularse, después de haber contribuido poderosamente a la emancipación de medio mundo. Veintiocho años ha pasado en su voluntaria proscripción, sin que jamás haya salido de sus labios una sola palabra de queja, a pesar de que la calumnia y la ingratitud hicieron llegar más de una vez al apartado lugar de su retiro los destemplado clamores, que jamás conturbaron la paz de su alma. Ese es el puerto, sí; el mismo General en uno de los momentos en que le afligían sus crudos dolores decía a su hija, tan digna por su virtud de ser la heredera de su gloria, en el idioma del pueblo que habitaba: “C´est l´orage qui méne au port” –la tormenta que conduce al puerto- ¡Bellas palabras y llenas de verdad! ¡Cual otro que la muerte es el puerto en que descansan, después de las fatigas de la vida, los hombres como el General San Martín! No le bastó después de sus espléndidos triunfos, decir a los pueblos que había emancipado: -Ved que soy un hombre honrado-; y ha sido preciso que llegara lleno de años y de abnegación al borde de su tumba, para que la justicia empezara para él. El fallo de la justicia humana no es completo por desgracia, sino después que los hombres ven cadáver al que fue en vida libertador, después que el héroe ha entrado a ese puerto, del que no se regresa a la tierra. Si el general San Martín no se quejaba de la ingratitud, tenía memoria para los beneficios, si es que pueden llamarse así las justas recompensas acordadas por los Gobiernos de Chile y del Perú a sus grandes servicios. En cuanto a la conducta respecto de él, del actual y de los anteriores gobiernos de su propio país, imitaré, en presencia de esa augusta tumba, el noble silencio del patriota generoso y puro que ella encierra.
El general San Martín no sólo concibió sino realizó la empresa, no menos audaz, considerada la diferencia de medios, del paso de los Andes, con un ejército que tenía que hacer esa conquista sobre la naturaleza antes de conquistar para la independencia a dos Estados americanos. Y sin embargo un solo monumento no se eleva en todo el vasto territorio que recorrió aquel guerrero con sus tropas victoriosas desde San Lorenzo hasta Pichincha. ¡Ingratitud de los pueblos comparable sólo con el desprendimiento del héroe!
Boulogne-Sur-Amee, ciudad francesa se convierte así en la cuna del emperador romano Julio Cesar Cayo y en tumba del Libertador de medio continente José Francisco de San Martin y Matorras, el Gran General.
El milagro de San Martin se da cuando durante la 2da Guerra Mundial, la localidad francesa en la que falleció el Libertador soportó 487 bombardeos aéreos, resultando prácticamente destruida, sin embargo el monumento dedicado a esta figura histórica termina el ataque prácticamente intacto en medio de una plaza que acaba de vivir su capitulo más triste.José Francisco de San Martín y Matorras es innegablemente una figura en cierto punto castigada por nuestros tiempos, San Martín podría haber sido un héroe griego, un caballero de la mesa redonda, sus tamañas proezas, su increíble valor e inteligencia lo hubiera puesto a la altura de los grandes personajes de leyendas de distintas partes del mundo, San Martín no hubiese sido menos que Gilgamesh, Sun Wukong, Rama, Cú Chulainn, Sigfreud, etc. Ese es el lugar que le pertenece, pero a diferencia de los mencionados nuestro héroe por gracia de sus tiempos es de existencia comprobable. Su figura debe ocupar en nuestra literatura, y vida el mismo lugar que esas leyendas lo hacían para las civilizaciones antiguas, él debe ser nuestro horizonte, tal vez no sus ideas concretas, pero sí sus principios y valores que son los pilares de la existencia de nuestra alma.