20 de noviembre: Dia de la soberanía nacional

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El 20 de noviembre de 1845 en aguas del río Paraná sobre su costa derecha y en el norte de la provincia de Buenos Aires, en un recodo donde el cauce se angosta y gira, conocido como Vuelta de Obligado, en la actual localidad de Obligado (Partido de San Pedro). Las fuerzas patriotas lideradas por el brigadier Juan Manuel de Rosas, y el designado comandante Lucio Norberto Mansilla enfrentaron a la escuadra anglo-francesas, estas fuerzas enemigas se habían movilizado hasta nuestro país en la búsqueda de forzar la libre navegación de los ríos de la Confederación Argentina.

En ese entonces se daba el marco de la Guerra Grande, esta guerra involucraba al Imperio Británico y la República de Francia, que apoyaban a los Rebeldes colorados (luego Gobierno Colorado), mientras que la Confederación Argentina apoyaba a los Blancos exiliados (antes Gobierno blanco) a partir de 1839. Estas potencias extranjeras que buscaban aumentar su influencia en la región consideraron los reclamos de varios comerciantes ingleses y ciudadanos brasileños de intervención militar sobre el Plata como una oportunidad de avanzar sobre la Confederación Argentina, en represalia también a Juan Manuel de Rosas por su intervención sobre la guerra uruguaya.

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Ante esta situación el gobierno francés que se encontraba en proceso de expansión colonialista, que había realizado ya acciones como el bordeo del puerto de Veracruz en 1838, en ese entonces Francia encontró como excusa para intervenir militarmente nuestro territorio fue que a los ciudadanos francés debían recibir el mismo trato privilegiado que los residentes británicos en nuestro país, privilegios que concedió el gobierno de Bernardino Rivadavia. También el conflicto argentino francés tenía ya un conflicto militar reciente entre 1838 y 1840, conflicto que termino con la firma del tratado Arana-Mackau.

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Cuando se discutía la posible intervención militar sobre la Argentina, el canciller Arana decía ante la legislatura lo siguiente:

¿Con qué título la Inglaterra y la Francia vienen a imponer restricciones al derecho eminente de la Confederación Argentina de reglamentar la navegación de sus ríos interiores? ¿Y cuál es la ley general de las naciones ante la cual deben callar los derechos del poder soberano del Estado, cuyos territorios cruzan las aguas de estos ríos? ¿Y que la opinión de los abogados de Inglaterra, aunque sean los de la Corona, se sobrepondrá a la voluntad y las prerrogativas de una nación que ha jurado no depender de ningún poder extraño? Pero los argentinos no han de pasar por estas demasías; tienen la conciencia de sus derechos y no ceden a ninguna pretensión indiscreta. El general Rosas les ha enseñado prácticamente que pueden desbaratar las tramas de sus enemigos por más poderosos que sean. Nuestro Código internacional es muy corto. Paz y amistad con los que nos respetan, y la guerra a muerte a los que se atreven a insultarlo”.

El ejercito patriota se encontraba entonces con la obligación de defenderse ante una flota conjunta de las dos potencias militares más grandes del momento. Semejante gesta requería de un gran trabajo estratégico y de muchísimo valor de parte de cada uno de los soldados, una batalla imposible que no termino en una derrota.

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Ese 20 de noviembre de 1845 en las costas del Río Paraná, las tropas argentinas dejaron alma y vida hasta quedar sin munición, y vencidos por la superioridad de las fuerzas invasoras quienes contaban con armas de alta tecnología como los “barco de guerra de vapor” y los cañones estriados de carga posterior. La flota inglesa que era liderada por el Almirante Inglefield, y la francesa al mando del almirante Lainé. Pasado el bombardeo y el desembarco, el campo de San Antonio se llenaba del ruido de las bayonetas clavándose en los soldados, y en la tierra, los alaridos de dolor entre las tropas que se enfrentaban en tierra, el sonido de las explosiones de los fusiles enemigos, y de aquellas últimas municiones en las armas patriotas, todo ese sangriento ruido fue tapado gracias a la orden del General Lucio Norberto Mansillas, quien ordeno a la banda de Música del Regimiento N° 1 de Patricios, tocó el Himno Nacional Argentina, coreado a gritos de rabia por los bravos que defendían la posición.

¿Como pudo un grupo militar compuesto de 2000 soldados, 2 cañoneros, 1 bergantín, y 4 baterías con 30 cañones detener a 22 buques de guerra, 418 cañones y 880 soldados?

Esta pregunta solo se contesta haciendo alusión al gran trabajo estratégico que realizó el jefe del Departamento del Norte, general Lucio Norberto Mansilla, porteño de 53 años y esposo de Agustina Ortiz de Rosas, hermana menor del gobernador.

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Mansilla eligió el Paso del Tonelero, un punto entre los partidos de San Pedro y Ramallo, donde el río hacía un recodo.

En la costa bonaerense del Río Parana, se colocaron cuatro baterías compuestas por cañones viejos, algunos incluso eran de corto alcance apoyadas por alrededor de 500 soldados de infantería. Estaba “Manuelita”, al mando del neoyorquino Juan Bautista Thorne, con siete pequeños cañones; la “General Mansilla”, comandada por Felipe Palacio, con tres de bajo calibre; la “General Brown”, al frente de Eduardo Brown (hijo del almirante) con cinco de calibre regular y la “Restaurador Rosas”, comandada por Álvaro de Alsogaray (bisabuelo del economista y ministro) con 6 cañones de calibre considerable. Estas cuatro baterías eran servidas por 220 artilleros.

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Otros tantos eran de caballería e infantes de marina. Sobre una de las costas, 10 pequeñas barcazas incendiarias estaban listas para ser lanzadas al río abajo contra la flota enemiga

Frente a la batería “General Mansilla”, se dispusieron tres filas de cadenas que atravesaban el río, apoyadas en barcazas. De un extremo, las cadenas estaban amarradas al bergantín Republicano, apoyado por otras dos embarcaciones.

El recodo que hacía el río obligó a la flota -que había avistado las cadenas- a detenerse. Algunos barcos, por precaución, anclaron alejados de las baterías argentinas.

Mansilla temprano en la mañana del 20 de noviembre, arengaba a las tropas de la siguiente manera

“¡Vedlos, camaradas, allí los tenéis!

¡Considerad el tamaño del insulto que vienen haciendo a la soberanía de nuestra república, sin más título que la fuerza con que se creen poderosos!”

El primer buque que quedó fuera de combate fue el San Martín, que terminó a la deriva por la rotura de la cadena del ancla. Los anglos franceses concentraron el fuego sobre la batería “Restaurador Rosas”, mientras se acercaban a la zona donde estaban las cadenas el Dolphin, el Comus, el Pandour y el Fulton. El resto se mantuvo a unos mil metros.

Luego, el bombardeo estuvo dirigido contra las cuatro baterías, que soportaron con importantes bajas la lluvia de proyectiles. No obstante, los buques que se habían acercado debieron alejarse por los daños de las balas argentinas.

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El intercambio de disparos de artillería fue muy intenso. Algunos barcos debieron alejarse por estar demasiado averiados. Cuando el Republicano agotó sus municiones, su capitán decidió volarlo.

Al mediodía, las cadenas aún no habían sido cortadas. Un barco a vapor intentó arrastrarlas sin éxito, hasta que de una balsa un grupo de ingleses con un martillo y un yunque las rompieron.

Mientras tanto, las baterías eran destruidas por el fuego enemigo. A las tres de la tarde, las fuerzas argentinas habían agotado las municiones. Entonces, a punta de bayoneta y a arma blanca, rechazaron a 325 infantes de marina que habían desembarcado.

El propio Mansilla cayó herido. Los infantes debieron retroceder, pero de una nave francesa desembarcaron más fusileros y los defensores comprendieron que nada más podían hacer. Quedaron en el campo 250 argentinos muertos y 400 heridos, mientras que los atacantes tuvieron 26 muertos y 86 heridos.

Sabino O’Donnell quien era médico en el ejército, considerado el primer cornista de guerra argentino escribe lo siguiente:

“Hoy he visto lo que es un valiente. Empezó el fuego a las 9 y media y duró hasta las 5 y media de la tarde en las baterías, y continúa ahora entre el monte de Obligado el fuego de fusil (son las 11 de la noche). Mi tío ha permanecido entre los merlones de las baterías y entre las lluvias de balas y la metralla de 120 cañones enemigos.
Desmontada ya nuestra artillería, apagados completamente sus fuegos, el enemigo hizo señas de desembarcar; entonces mi tío se puso personalmente al frente de la infantería y marchaba a impedir el desembarco, cuando cayó herido por el golpe de metralla; sin embargo se disputó el terreno con honor, y se salvó toda la artillería volante.
Nuestra pérdida puede aproximarse a trescientos valientes entre muertos, heridos y contusos; la del enemigo puede decirse que es doblemente mayor; han echado al agua montones de cadáveres (…)
Esta es una batalla muy gloriosa para nuestro país. Nos hemos defendido con bizarría y heroicidad”

Al día siguiente de esta batalla llegarían los doctores Mariano Martinez y Claudio Silva, del Hospital del cuartel de Santos Lugares, enviados por Rosas. Sostendrán una junta médica con O’Donnell y con el doctor Mariano Marenco y el profesor Cornelio Romero.

Esta honrosa derrota de las Fuerzas de la Confederación Argentina, no fue el fin de la guerra, es más la victoria de las Fuerzas Navales Franco-Inglesas fue un gran problema, porque forzaron el paso del Río Paraná y dominaron todo el río, podían proteger sus buques mercantes, pero no avanzar tierra adentro, podían comerciar sus mercaderías con su mas de cien buques cargados en los puertos de la Mesopotamia, Uruguay y el Paraguay. Pero el sentimiento de la nación Argentina se oponía a ello.

Francia e Inglaterra que llegaban a nuestro país luego de triunfar en la segunda guerra del opio ante el Imperio chino, se encontró inesperadamente con una ferrea defensa que organizó el Brigadier Juan Manuel de Rosas.

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Ante la ambición desmedida de los Gobiernos de Gran Bretaña, de Francia y del Imperio de Brasil se opone el honor y valor de los patriotas. Esta batalla significo la oportunidad donde se deshace: el proyecto de independizar la Mesopotamia (gestionado por los interventores extranjeros en el tratado de Alcarás, entre Urquiza y Jefes unitarios. Se termina la intervención naval Anglo-francesa. Y poco después, el 13 de julio de 1846.

La gesta fue tal que una de las pocas formas de describirlo es trayendo a ocasión las palabras de dos figuras importantes en nuestra historia, como lo son el reconocido opositor a el presidente de la nación, también al Gran General Don José de San Martin. San Martín dice lo siguiente sobre el ataque anglo-francés.

Tomas Guido

Ante la consulta del entonces canciller Tomás Guido, San Martín desde su domicilio en Francia contesta:

“…es inconcebible que las dos Naciones más grandes del universo se hayan unido para cometer la mayor y más injusta agresión que puede cometerse contra un Estado Independiente: no hay más que leer el manifiesto hecho por el enviado inglés y francés para convencer al más parcial, de la atroz injusticia con que han procedido: ¡La humanidad! …Y se atreven a invocarla los que han permitido – por espacio de cuatro años – derramar la sangre y cuando ya la guerra había cesado por falta de enemigos, se interponen no ya para evitar males, sino para prolongarlos por un tiempo indefinido: usted sabe que yo no pertenezco a ningún partido; me equivoco, yo soy de Partido Americano, así que no puedo mirar sin el mayor sentimiento los insultos que se hacen a la América. Ahora más que nunca siento que el estado deplorable de mi salud no me permita ir a tomar parte activa en defensa de los derechos sagrados de nuestra Patria, derechos que los demás estados Americanos se arrepentirán de no haber defendido por lo menos protestado contra toda intervención de Estados Europeos…”

20 de octubre de 1845

Una vez ya sucedida la batalla en la localidad de Obligado, el comerciante inglés Jorge Federico Dickson, comerciante inglés, le dirige una carta requiriendo su opinión sobre la intervención. San Martín le responde el 28 de diciembre de 1845 con las siguientes palabras:

“…Bien es sabida la firmeza del carácter del Jefe que preside la República Argentina…con siete u ocho mil hombres de caballería…fuerza que con gran facilidad puede mantener el General Rosas, son suficientes para tener en un cerrado bloqueo terrestre a Buenos Aires, sino también impedir que un ejército europeo de 20.000 hombres, salga a más de treinta leguas de la capital, sin exponerse a una ruina completa por falta de recursos, tal es mi opinión y la experiencia lo demostrará a menos (como es de esperar) que el nuevo ministro inglés, no cambie la política seguida por el precedente…”.

En ese entonces San Martín todavía no se había enterada de los sucesos de la Batalla de Obligado, sino que solo conocía que la intervención era casi un hecho. En carta Guido el 10 de mayo de 1846 le expresa:

“…ya sabía la acción de Obligado, donde todos los interventores habrán visto por este echantillon, que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca. A un tal proceder no nos queda otro partido que el de no mirar el porvenir y cumplir con el deber de hombres libres, sea cual fuere la suerte que depare el destino, que por íntima convicción no sería un momento dudoso en nuestro favor si todos los argentinos se persuadiesen del deshonor que recaerá sobre nuestra Patria, si la Naciones europeas triunfan en la contienda, que en mi opinión es de tanta trascendencia como la de nuestra emancipación de la España. Convencido esta verdad, crea Ud. mi buen amigo, que jamás me ha sido tan sensible, no tanto mi avanzada edad como el estado precario de mi salud, que me priva en esta circunstancia de ofrecer a la Patria mis servicios, no por lo que puedan valer sino para demostrar a nuestros compatriotas, que aquella tenía aún a un viejo servidor cuando se trata de resistir la agresión, la más injusta de la que haya habido ejemplo…”

Rosas

San Martín sentía una gran valía por Don Juan Manuel de Rosas, esto ya lo demuestra un acto semejante como fue el de cederle su sable ya en el año 1844, seis años antes de su muerte, en su testamento donde escribe lo siguiente:

“El sable que me ha acompañado en toda la Guerra de la independencia de la América del Sud, le será entregado al General de la República Argentina Don Juan Manuel de Rosas, como prueba de satisfacción que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que tratan de humillarla”

Una vez ya ocurrida la gesta de Obligado escribe en una carta dirigida a Guido con fecha de 27 de diciembre de 1847:

“…Dirá a Ud. que orejeo cada vez que veo dirigirse a nuestras playas a estos políticos y a pesar de lo que se dice de los sinceros deseos de estos dos gobiernos tienen de concluir definitivamente las diferencias con nuestro país, de todos modos yo estoy tranquilo en cuanto a las exigencias injustas que puedan tener estos gabinetes, porque todas ellas se estrellarán contra la firmeza de nuestro Don Juan Manuel…”

San Martín en el año 1846 dice a Sarmiento quien lo había visitado en su casa en Europa sobre Rosas lo siguiente:

“Ese tirano de Rosas que los unitarios odian tanto, no debe ser tan malo como lo pintan cuando en un pueblo tan viril se puede sostener veinte años…me inclino a creer que exageran un poco y que sus enemigos lo pintan mas arbitrario de lo que es…y si todos ellos y lo mejor del país, como ustedes dicen, no logran desmoronar a tan mal gobierno, es porque la mayoría convencida está de la necesidad de un gobierno fuerte y de mano firme, para que no vuelvan las bochornosas escenas del año 20 ni que cualquier comandante de cualquier batallón se levante a fusilar por su orden al Gobernador del Estado” 

También este gran trabajo en la defensa de la soberanía confirió las siguientes palabras del intelectual Juan Bautista Alberdi quien se encontraba exiliado en Chile:

16/06/2017 'Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina' sentó las bases para la creación de la primera ley suprema que regiría casi todo el país, la Constitución de 1953. Fue obra de Juan Bautista Alberdi, uno de los intelectuales iberoamericanos más importantes del siglo XIX. Falleció tal día como hoy hace 133 años SUDAMÉRICA ARGENTINA CULTURA WIKIPEDIA

En el suelo extranjero en que resido, en el lindo país que me hospeda sin hacer agravio a su bandera, beso con amor los colores argentinos y me siento vano al verlos más ufanos y dignos que nunca. Guarden sus lágrimas los generosos llorones de nuestras desgracias aunque opuesto a Rosas como hombre de partido, he dicho que escribo con colores argentinos: Rosas no es un simple tirano a mis ojos; si en su mano hay una vara sangrienta de hierro, también veo en su cabeza la escarapela de Belgrano. No me ciega tanto el amor de partido para no conocer lo que es Rosas bajo ciertos aspectos. Sé, por ejemplo, que Simón Bolívar no ocupó tanto el mundo con su nombre como el actual gobernador de Buenos Aires; sé que el nombre de Washington es adorado en el mundo pero no más conocido que el de Rosas; sería necesario no ser argentino para desconocer la verdad de estos hechos y no envanecerse de ellos

 

 

Si bien las fuerzas patriotas sufrieron una derrota ese día, los resultados fueron dentro de lo que cabe buenos, dice el historiador H. S. Ferns: “Los resultados políticos y económicos de esa acción fueron, por desgracia, insignificantes. Desde el punto de vista comercial la aventura fue un fiasco. Las ventas fueron pobres y algunos barcos volvieron a sus puntos de partida tan cargado como habían salido, pues los sobrecargos no pudieron colocar nada”.

Los ingleses levantaron el bloqueo en 1847, mientras que los franceses lo hicieron un año después.

La batalla de Obligado fue sin lugar a dudas uno de los hechos más importantes en la historia de nuestro país, este fue un suceso en el que la Nación Argentina le demostró al mundo su valor característico, un ejército con peor armamento, menos tropas, e incluso en una posición desfavorable, logró contener con inteligencia y coraje a las potencias militares más importantes de la época, la batalla estaba perdida desde el principio, sin embargo los patriotas que conformaban el ejército, entendían que lo más importante era dar la batalla, sin importar cual fuere el resultado, entregar la vida por la patria era la muerte más honrosa que podían imaginar, por eso se enfrentaron a los invasores aún sin munición, heridos, o como fuese necesario hacerlo, puesto que lo único que importaba era defender la soberanía de nuestra patria, aquello que no solo les pertenecía a ellos, sino que los trascendía completamente, lo defendían porque era la patria de sus padres, y era la que querían para su hijos, y los hijos de sus hijos. Era una causa mayor, y sus vidas eran bienes dispuestos a ella.